La palabra "Sacramento", quiere decir
"signo": señal de algo que tiene sentido. Es un sacramento que se renueva constantemente en cada Pentecostés. Estamos llamados a crecer y madurar en nuestra entrega. Recibir el Espíritu Santo es una llamada a la conversión, permanente y constante, de todos los días.
Si nos dejáramos empapar por
el Espíritu Santo, experimentaremos sus maravillosos dones: caridad, alegría,
paz, generosidad, comprensión, bondad y confianza (Gal.5, 22). Pero esta presencia del Espíritu Santo no es para que
la disfrutemos a sola egoístamente sino para servir a la comunidad. Como
Cristo, "que no vino a ser servido, sino a servir" (Mt. 20, 28).